miércoles, 22 de julio de 2009

Un habitáculo- Parte II.

“ ¡Bienvenido al mundo! “…¿Mundo?, ¿acaso estoy soñando? No lo se…
Voces se oyen, frases retumban pero la puerta no cede…teje el armazón robusto del límite a la sonoridad. ¿Existen llantos que expandan la concreción de las agujas y desborden en el desvelo de la incomprensión? ¡Cuántas noches han extrañado la lucidez, cuántas otras han sobornado a la inteligencia para rendir culto a la verdad onírica…!
En fin, ¡estoy encerrado! ¡Encerrado! Y escribo para saber (¿o querer saber?) que estoy despierto porque…algo me pasó al apagar el cigarrillo pero no lo recuerdo…
La puerta esta cerrada, la llave… ¡pero esta puerta no tiene cerraduras!
Grito. Nadie me oye (o nadie que conozca). Porque tampoco sé si hay algo más allá parecido a la voz humana sino, ¿por qué nadie se preocupa?, ¿acaso la compasión es una especie en extinción?, ¿acaso lo reprimido en las cavernas del mundo sea el antídoto para los ojos culposos de los transeúntes desalmados? Pero… ¿qué es el mundo?, ¿y si el mundo es esto?, ¿estas cuatro paredes?, ¿y si el arte concluye en la frondosidad del cenicero, muriendo y renaciendo en el universo incandescente de las cenizas encendidas?...
Prendó un cigarro, enciendo el tiempo que todo lo envuelve y apoyo mi anatomía naufragante sobre las colinas sedosas de la almohada…
Mientras contemplo el incendio del presente, silbo en la oscuridad, escribo poesías que nunca gozarán de la candidez de la tinta…nunca las escribiré más allá de este libro opaco e imaginario gobernado por murciélagos.
Apago el cigarro…
Tengo los ojos bien abiertos pero no hay nada para ver, solo hay lugares sedientos de invención, un mar amorfo donde mis ojos no son más que dos esferas carentes de imágenes…solo hay silencio y confusión.
…Me acordé…algo me pasó al apagar el cigarro:
…Soñé…

“Estoy sentado frente al río. Las gaviotas adornan la modestia de la tarde. Fumo solo. Aunque sé que estoy esperando a alguien…
¿A quién puede estar esperando alguien que ni siquiera sabe quién es?, ¿quién soy?
No sé…me miro pero no me veo. Solo hay césped y ahí la civilización pacífica de las hormigas…
Entonces me dicen: “¡Hola Felipe!”. Saludo con desconfianza.
-¿Nos conocemos?- pregunto.
-¿Estás bien? Soy Jazmín…-

No entiendo lo que pasa pero quiero saber que hago aca.
-Sí, estoy bien…-
-¿Me acompañás hasta…? No te puedo decir nada porque le prometí el secreto a…-
-¿A quién?-
-Sabés a quien… ¡basta de bromas!-entre ademanes inquietos me convenció de ir.

¿Felipe?, ¿así me llamo?...Necesito ver algo que me dé esa certeza. No hay donde buscar. Solo conozco a una persona en este universo y es la misma que censura mi ignorancia y las impertinencias desmedidas.
Tomamos el subte, línea B. Corrientes y Pueyrredon…
¿Cómo llegamos tan rápido a esa intersección cuando hace dos minutos estaba contemplando el río, las gaviotas, el césped y…las hormigas?
Corrientes y Pueyrredon. Bajamos las escaleras. Nos besamos en un pasillo(a decir verdad, me besó sin decir nada, tampoco dije nada). Subimos a bordo y el vehículo comenzó a andar…
En el subte descubrí dos personas idénticas a Jazmín, conversando:

-¡Apurate! Llegás tarde…-decía una.
-¿No encontrás la llave? El no la tiene porque nunca cierra las puertas-respondía la otra.

¿Acaso la semejanza pasa desapercibida?, ¿cuál es el límite entre la certeza pura de la percepción y la espuma de un equívoco?
Pero…era ella. Solo yo me percataba, nadie más que yo.
Estamos en la calle.

-¿Dónde estamos?- interrogo.
Las respuestas se adueñaban del silencio y el enigma se convertía en desasosiego. ¿Qué hacíamos caminando hacia…?
Llegamos a un edificio, subimos en ascensor. Piso 5.
Silencio…silencio.
Al interrumpir la marcha, Jazmín me miró…

-¡Bienvenido al mundo!-me dice riendo.

Caminó sola unos metros y encontró una puerta. Tomó una llave de su bolsillo y la prolongó en la cerradura…

-¡Bienvenido al mundo!-repitió soltando una carcajada…”

Escucho cómo se abre la puerta. Me quedé dormido pensé. Pero... ¿quién abría aquella puerta sin cerradura?
Era Jazmín…

-¿Quién anda ahí?-interrumpe en el silencio.
-Soy yo…Felipe-respondo desconcertado.

Enciende una luz y nos miramos.

-¡Hola Jazmín!-dirigiéndole una cálida sonrisa.
-Perdón, ¿nos conocemos?-
-¿Estás bien?-
-Sí, estoy bien…sería mejor si salimos a caminar un poco.-
-Esa era mi idea. Dame un minuto que me visto y salimos. ¿Me acompañás a fumar un cigarrillo mirando el río y las gaviotas?-
-Claro, sí. Aunque hubiera preferido que sea una sorpresa…-

Me mantengo en silencio…y ella también.

-¿Tenés un cigarro?-pregunto.
-No. Se me terminaron. Ahora compramos.-

Me mantengo en silencio…

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