miércoles, 22 de julio de 2009

Un habitáculo.-Parte I.

Me mantengo en silencio…el cigarro, sumiso al castigo fulgurante que le impongo, es la mejor arma que enarbolo en esta lucha contra el ventanal. Este es mi tiempo. Mis pestañeos, sus segundos. ¿Cuántas voces escucharé al abrir el ventanal del segundo? ¿Qué agujas soportarían esta conjugación inextricable de pretéritos y futuros indefinidos? Responsabilizo mis actos, inhalo el humo despedido…aun mi arma coadyuva la resistencia a la mezcla desconocida del ébano…
Camino y pienso. Pienso y digo para mis adentros: “esta ventana desafiante quizá hoy tenga razón. Si la abro, mi tiempo ya no será el mismo, mis segundos no tendrán forma de ojos ni las cenizas ya serán pasado. Millones de segundos herirán mi mirada y ya no contaré…construiré infinitas historias y seré protagonista. No habrá ya ventanales cerrados. Mi tiempo y el de otro sucumbirán al letargo. La vida sería una inmensa ventana abierta a la recepción del humo de otros cigarros de otras personas que se oponen también a la mezcla…”
Me dirijo al ventanal. Llueve en otros tiempos. Recelo. Tomo el picaporte. Apago el cigarro. Ya no tengo armas. Abro…
…Voces se oyen, frases retumban en estas tres paredes, hablo a nadie…todo se vuelve oscuro y frondoso. Temo. Lloro. ¿Qué hacer ahora?, ¿qué tiempo usar? Todo enmudeció afuera. A lontananza, una melodía recubre la escenografía de esta ignorancia…me resulta algo familiar. ¿Qué me ha pasado?
De repente…un ruido…la puerta se ha cerrado…el tiempo vacila, se ha convertido ahora en un cubo que soy incapaz de mover, pero, ¿por qué?...
¿por qué soy incapaz de gritar, ni siquiera de susurrar unas palabras?
…La melodía se hace progresivamente más intensa y visceral, no me resigno. Quiero gritar pero alguna fuerza me vence. No me doy por vencido. Ahora gritos. Se escucha una voz masculina. Gritos. La locura va haciéndose partícipe de este reino oscuro que me envuelve. ¿Qué hacer? Nada…la melodía es más intensa aun y las voces…de repente…Luz ! Caigo en la cuenta de que florece un gritito chillón de mi boca…veo un hombre que sonríe y me dice: “¡Bienvenido al mundo! “

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