martes, 21 de julio de 2009

La isla-Parte I-

Mi voz es más veloz que mis pies…Ya no recuerdo que dije. Todo se ha escapado por el sendero que esconde esta arboleda. Solo ha quedado en pie y haciendo frente al piar de los pájaros mi frágil mutismo. En tiempos donde nadie se atrevería a arriesgar ni lo más miserable de su existencia en pos de defender un ideal, mi sombra va por delante y emula con conformismo esos ademanes inconcientes que se rebelan sin cesar a los tentáculos de mi voluntad.
Quizá mi deuda sea con el sol, a él le debo esas oscuras lealtades de las que les hablo, y no al soldado mismo. Es cierto que en las guerras existenciales que se desatan en las ciénagas del alma son imprescindibles esos mustios e incansables servidores. Las sombras…
El día les trae su sabiduría, la noche sus enigmas, ¿y yo?, ¿es que tendría que marcharme, tal vez naufragar en un mar de fantasía y caminar al fin por la arena de una isla deshabitada para hacerlas reinar allí donde nadie más que yo pudiera ser?...
Por cierto, mientras pienso todo esto, camino por el mismo sendero donde corrieron una vez mis palabras. Miles y miles de sauces son testigos de mis huellas y de mis soledades también.
Allí donde la arena aun no conoce mis pies y ya no hay testigos, se dibuja un inmenso mar cuyo magnetismo sojuzga la esencia de mi sombra. ¿Qué es lo que ocurre?...
Esa oscura forma empieza a correr y yo detrás de ella. ¿Acaso sabrá donde fueron a parar mis palabras?, ¿o es presa del hartazgo que le causan mis indecisiones y pretende huir adonde ya no la encuentre?...
Mi sombra se zambulle y yo detrás de ella. Nado y nado pero es en vano, ya se fue muy lejos…
Me hundo en este mar de palabras…

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