martes, 21 de julio de 2009

La isla-Parte IV-

Me hundo en este mar de palabras…A pesar de caer lentamente entre las historias de este cielo semántico sigo cautivado por una melodía que escucho muy a lo lejos. Siento haber transgredido los muros del tiempo sin siquiera haber saltado por entre sus segundos. Si alguien me diría que olvidé mi corazón antes de comenzar a hundirme le creería. ¿Serán calmos tambores aquellos que resuenan todavía más lejos que la melodía cautivante o es esa parte de mí que espera ser reconquistada?
No anhelo más que terminar por hundirme hasta el fondo. Ahogado no voy a morir. ¿Ahogado por palabras? Ni los locos son tan ingenuos como para escoger el suicidio de sus penas en un lugar tan inofensivo. Digamos que nadie lo haría, nadie que pueda elegir. Si los silencios hablaran no podrían hablar de algo como el suicidio pues si volvieran a callar terminarían por reencontrar su esencia…
Alrededor mío es todo palabras. Adoptando variadas formas, dan vueltas entre mis pies. No puedo más que maravillarme por las tonalidades de color que negocian unas con otras. De pronto caigo en la cuenta que voy hundiéndome en un túnel colorido formado por dos semicírculos, dos arco iris uniéndose confusamente como dejando una pequeña brecha a lo desconocido, a lo innombrable. La unión entre los semicírculos no es azarosa sino que se nutre de la oposición entre las palabras.
Me mantengo en un estado que se podría llamar hipnótico contemplando la belleza, la majestuosidad de esos anillos contradictorios que parecen no amenazar jamás la continuidad del túnel. Sin embargo, me descuido por un momento mirando hacia arriba uno de los pares de anillos y al volverme hacia la profundidad descubro el ocaso de este carnaval de colores. El último anillo anuda la más sublime contradicción: “¿ser o no ser?”…
Una fuerza en extremo inefable me suspende y deja gravitando todo mi cuerpo entre ese “ser o no ser”.
Una corriente de silencios me arrastra más allá de esa contradicción pero todo el magnetismo del dilema me atrae sin piedad y me arrastra ferozmente por el túnel elevándome a la superficie, al sonido tribal que ahora escucho palpitando en mi interior.
Mi voz es más veloz que mis pies…

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