viernes, 26 de marzo de 2010

Un habitáculo II-Parte I-

La realidad se evapora…dejando al descubierto el tesoro inapreciado de las cosas. De hormigas, ventanales y cenizas me quedan solo aromas traicioneros en la memoria.
Todo cayó…todo calló. ¿Será la vida caer callados siendo hablados por ese Otro que ya no recuerda que dice?
¿Qué digo?, ¿mi mundo? Sombras por doquier que se mueven más acá del punto luminoso que demarca mi existencia. Soy sombra también y mi sueño se construye con los ojos bien abiertos. Aunque no hay nada para ver, uno se encarga de ver lo que no hay.
Aun así, no todo es sombra…
Te conoció el tiempo. Ese que no cesaba de pestañear, cesó…y te enamoraste de sus ojos color sol. No creo exagerar si digo que tenías fuerza para arrastrar y llevarte mi mundo adonde sea que fuiste. Tal vez si no hubiera soportado la belleza que descubrí en el vacío de mis días hasta me atrevería a decir que lo hubieras terminado por arrojar allí donde los corazones olvidan de nombres…
Aun así, aquí estoy y no todo es sombra…no todo es ilusión.
Las cosas siempre estuvieron y siempre están…más allá de ellas, sus sombras, sus nombres. Pero, ¿qué hay más allá de ese punto de luz que brota de mi ombligo?, ¿qué hay más allá de ese ojo que pestañea?...
Mientras me contemplo, los mares embravecidos de este habitáculo se iluminan y empalagan de la luz. Esa misma que me construye y modifica el universo de las sombras.
Y mientras me contemplo, veo cómo todo empieza a escaparse por ahí…hasta sus detalles. No comprendo.
Y contemplo y tengo un infinito dejavú, de tal modo que ni siquiera puedo levantar el semblante y… ¿mirarme?, ¿acaso no soy ese punto que dije que era?
“¿Quién soy?”, grito a la vez que me desprendo de mi sombra para caer en mis interiores siendo letra en este crucigrama inacabable.
Soy…

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